jueves, 21 de octubre de 2010

Delta Express.


Cansados del ruido de la cuidad comenzamos a sonar un pequeño viaje escapatoria, realmente en un país tan grande con Argentina, las posibilidades son millones, la idea era acotarnos a un pequeño radio de no mas de 300 Km., ya que era poco el tiempo que teníamos para dicha empresa.
Luego de hacer un exhaustivo trabajo de investigación, nos dimos cuenta que la solución estaba tan cerca, que no podíamos verla, a ton solo 35 Km. de la Capital de Buenos Aires, Argentina, se encuentra el delta del Paraná, un lugar mágico, de una geografía diferente y un paisaje inesperado, ya que son un conjunto de islas y ríos de mayor o menor importancia  que tienen desembocadura en el Río de la Plata.
Comenzamos nuestro viaje temprano por la mañana tomando un colectivo en General Paz (carretera urbana que une autopistas, y diferentes rutas) y con tan solo 40 minutos de recorrido y $ 2,20,  estábamos en la estación Fluvial del Tigre, una hermoso y organizado puerto fluvial de donde salen diferentes líneas de lanchas colectivas, con capacidad para 75 pasajeros cada una y un costo de $ 15, por persona ida y vuelta.
El tiempo de viaje en lancha es relativo, ya que dependerá exclusivamente del destino elegido, el nuestro, Tres Bocas, lugar que recibe ese nombre por la confluencia de tres ríos.
La línea de lanchas correcta era la de la empresa Ínterisleña; al subir a la pintoresca embarcación de madera, el encargado de recibir los boletos pregunta cual es tu destino, y la respuesta que se debe dar es el nombre del muelle en el que hay que desembarcar, el nuestro, el Santa Rosa.
Una vez emprendido el viaje sorprendí a mi compañero de viaje, Matías ofreciéndole un Sándwich gourmet preparado antes de salir de casa, el delicioso emparedado de pan casero jamón cocido, queso & manteca, nos reconforto para encarar un día, que recién comenzaba.
Luego de un hermoso viaje de 45 minutos que nos permito observar diferentes casas típicas de zona, montadas sobre pilotes de madera, avistar aves de todo tipo, maravillarnos con los añosos árboles que crecen a la veda del río; se escucho una voz fuerte y clara – Santa Rosa!, dijo, nuestra parada.
Al llegar, tal como había planificado nos estaba esperando José uno de los encantadores propietarios de la casa isleña que habíamos rentado para pasar esos días de descanso.
José nos guió por un estrecho y frondoso sendero, conversando alegremente y señalando las matas de cebollin que crecían de manera silvestre al costado del camino, hecho que confirmo lo que mi afilada nariz de cocinera había ya notado, al mirarlos les hice la promesa de tomar prestado una parte de ellos para algún plato improvisado.
Al llegar a la cabaña, luego de pagar el valor pactado por nuestra estadía $ 260, por tres días; decidimos dejar las cosas y salir a dar una pequeña vuela para reconocer el lugar, para lo cual salimos con lo puesto y un touch de repelente para ahuyentar a los mosquitos.
Al comenzar el reconocimiento, nos dimos cuenta que no podíamos parar, nuestras ganas de recorrer y nuestro entusiasmo por explorar nos embarcaron en una expedición a través de la isla que nos llevo una hora y media de caminata por el medio del monte, el corazón de la isla misma, en compañía de un perro que decidió ser nuestro amigo durante la estadía y al que bautizamos “Lobo”.
Al llegar de vuelta a la cabaña estábamos realmente exhaustos por lo que el atardecer no podía caer en mejor momento para permitirnos contemplarlo con nuestros ojos y cuerpos cansados con el calor en nuestras manos de una buena taza de café con leche.
Luego de una memorable siesta, despertamos con un hambre voraz, lo cual hizo que decidiéramos rápidamente el menú de esa noche, fideos con manteca, a simple vista una comida económica y rápida para salir del paso, claro que no tuvimos en cuenta que el agua en la isla es la del rió, por lo tanto no es potable, situación que nos obligo a utilizar agua mineral para la preparación…nada barato, ni rápido, ya que el gas es envasado haciendo que haya mucha menos presión y por consecuencia: fuego bajo.

El despertar de la mañana siguiente fue tan pacifico y relajado que hizo que nos quedáramos mas de la cuenta en la cama.
Luego de un fuerte desayuno con tostadas, dulce de leche, mermelada, queso crema y por supuesto café con leche, emprendimos una nueva caminata.
Esta vez para el otro lado de la isla.
Con el rió Abravieja de lado y nuestro fiel Amigo Lobo como guía, atravesamos camino, camino y mas camino. Mi entusiasmo por recorrer todo era mayor que el de Matías, quien prefería pescar relajadamente, pero mi energía nos arrastro hacia el fin del camino .Propiedad Privada.
El la parte trasera de nuestra morada, había un pequeño arrollo donde decidimos pescar.
Anzuelo en mano, salchicha en otra comenzamos la relajante tarea.
Luego de unos minutos la punta del dedo de Matías se puso colorado el ser estrangulada por el hilo de pesca, lo que indicaba que: había pescado!!
Con ya varias presas vimos caer la tarde tomando unos Tereres bien fríos y unos ricos biscochos agridulces.
La ganas de hacer todas las actividades que el lugar proponía, nos hizo obviar nuestro almuerzo, pero por suerte, ya era el momento de la cena!
Esa noche el menú elegido fue Pizza, con una salsa que pedía a gritos cebollin y sus flores. La cena esta servida!
Luego de varias manos de juegos de naipes, una larga ducha y un te caliente, nos fuimos a la cama a descansar para nuestro ultimo día.
La siguiente mañana fue algo diferente, descubrimos el terreno inundado por la crecida de la noche anterior, la cantidad de agua justa que permitía el reflejo de las Glicinas, los Sauces, las variadas coníferas, el baño de los pájaros y el dorado del sol, cosa que me inspiro a capturar algunas imágenes para llevarme de recuerdo.
Luego de un rato de soledad, Matías vino con un plan irresistible, ir a remar.
Rentamos una canoa por tres horas en la esquina del Abravieja y el arrollo Santa Rosa, cargamos nuestras cosas y comenzamos a remar, destino: lo que de!
Aprovechamos nuestra embarcación para recorrer todos los recovecos que queríamos sin ningún impedimento, descubrimos diferentes arroyos y puentes viejos, devolvimos el saludo de quienes pasaban a nuestro lado como es costumbre en un lugar como este, buscamos una pequeña playita donde parar a descansar unos minutos y emprendimos la vuelta.
Al llegar Matías preparo el fuego y nos cocino unas excelentes hamburguesas con sabor ahumado, a causa de la húmeda madera; realmente memorables.
Luego de ordenar la casa, nos despedimos de José y Richard, la encantadora pareja que nos dio hospedaje,  para emprender la vuelta a casa.
Desde la orilla los ojos de Lobo se posaron en nosotros hasta perdernos en la inmensidad del río.
Pero como se dice: Para poder regresar, hay que irse.

Los valores están expresados en pesos Argentinos.
Cambio: u$s 1,00 = $ 3,98.





Receta para preparar un rico Tereré de Verano.
(Mate frió Típico de la zona del litoral, Corrientes, Misiones & Paraguay).

Colocar en un mate ( puede ser una taza), aproximadamente un poco mas de la mitad de su capacidad con Yerba Mate.
En una jarra colocar 6 flores de manzanilla frescas, dos o tres rodajitas de jengibre, azúcar orgánica , el jugo de 3 limones y dejar macerar por 15 minutos.
Luego agregar en la jarra un litro agua fría y 8 piedras de hielo.
Colocar un poco del la limonada en el mate, para que la yerba se hinche y desprenda sabor.
Luego colocar la bombilla en el centro del Mate empujar hasta el fondo y apoyar en uno de los lados del mismo.
Ahora si llenar el mate con limonada dejando un cm para que no se derrame el liquido.

Buscar un lindo paisaje poner los pies en alto y disfrutar de este maravilloso refresco en compañía de algún ser querido.


Bombilla: especie de sorbete de metal con filtro en la punta que permite la absorción del agua pero no el paso de la yerba mate.

Nota:
Si en tu país o en el lugar donde estas no consigues bombilla, puedes hacerla con un sorbete y en uno de los extremos cubrir con un tul o maya de metal suave el  orificio atándolo como una especie de bombilla.

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