sábado, 23 de octubre de 2010

Etapa 2, Los valles Calchaquies.



Alta en el cielo.

Luego de la noche de cierre del festival de cine, en donde nos despedimos de nuestros nuevos amigos, festejamos y brindamos por el éxito del evento, fuimos al hostel, para descansar hasta la mañana, cuando emprenderíamos un nuevo viaje a los valles Calchaquíes.

Al despertar, no tan temprano como nos habíamos propuesto, acomodamos nuestras cosas y utilizamos el auto, ya arreglado como guardacosas, ya que si bien estaba listo para otro viaje, no queríamos arriesgar la aventura, que nos deparaba las alturas.
Montados en un taxi, nos dirigimos a la Terminal de ómnibus, en donde tomamos el micro de la línea Aconquija, la cual ofrece un recorrido desde San Miguel de Tucumán, hasta Cafayate, Salta.
Comencé el viaje con mucha excitación, apure mi marcha para ganarle a Matías el asiento de la ventana.
De pasada pude ver muchas plantaciones de cítricos, la entrada de los pueblos de Famailla, Simoca, Lules y demás.
Lugo de 1 hora y media de viaje, el paisaje comenzó a cambiar, los laterales de la ruta comenzaron a cernirse en una espesa selva.
El clima lluvioso y nublado, hacia que los colores se intensificaran aun más, dándole una fosforescencia fuera de lo común a la vegetación del camino.
Luego de unos minutos más de viaje, comencé a notar que ya no estábamos a nivel del mar, varios metros nos separaban de la “superficie”, no es que el micro volara, pero una sensación similar invadía mi cuerpo.
Excitada, comencé a sacar fotos, desperté a Mati, quien descansaba placidamente, le robe la filmadora, hice algunas tomas,  me comí varias galletitas, pensaba, necesito documentar esta experiencia para que otras personas puedan verlo también!
Los oídos comenzaron a taparse, la vegetación verde fluo, fue quedando atrás o mejor dicho…abajo.
Luego de ya casi dos horas de viaje, el camino presentaba una estética muy diferente, a un lado, una inmensa pared de piedra, del otro (del mío), un interminable vacío.

Luego de tanta excitación, el desayuno en mi estomago decidió dejar mi cuerpo, por lo que la próxima hora del viaje, “Disfrute” del paisaje desde la pequeña ventana arriba del excusado.
Luego de estabilizar mis emociones, volví a mi asiento, que por suerte Matías había ocupado, al llegar donde estaba le dije, -deja! Me siento acá;  como si sacrificara mi visión.
Por suerte en las casi ya dos horas y media de recorrido comenzó a aparecer el primer valle, interrumpiendo la altura por aunque sea un rato.
Primera parada, Tafi del Valle, un lugar en apariencia muy bello y tranquilo, desde las alturas, antes de llegar, podía divisarse un gran lago y varias casitas estilo cabañas y construcciones mas importantes, luego de que varios pasajeros se bajaran, el micro continuo viaje hace el siguiente de los valles.
De Tafi en adelante el paisaje cambio nuevamente, mucha piedra, grandes cactus, ríos secos, llamas, cóndores y aridez dibujaban el cuadro.
Llegando a la cuarta hora, atravesamos “el Infiernillo”, una fuerte, fuerte pendiente a 3000 mts de altura, y una vista que más que panorámica era “espacial”, desde donde podía divisarse el final de la cañada.
El rápido descenso nos hizo entrar en un camino con tierra a los dos lados en donde finalmente pude relajar.
Al llegar a los 1997 Mts de altura, encontramos varias casas que vendían artesanías hechas con cardon, telares y vasijas de terracota, una imponente construcción de piedra con el cartel del Museo de la Pachamama, te daban la bienvenida a Amaicha del valle.
Con casi 28 grados de calor, y una diferencia térmica de 13 grados con el último lugar que habíamos pisado, fuimos recibidos inmediatamente por Sebastián Pastrana, un nativo de la zona, quien nos recomendó una serie de hostels para pasar la noche.
Dejando atrás a Sebastián y la pequeña Terminal, comenzamos nuestra caminata por las áridas calles de tierra, queriendo como siempre, hacer nuestra propia aventura.
Como es de esperarse, al llegar a la plaza encontramos la comisaría, la iglesia, la municipalidad y el hospital, y atravesando el desolado parque por el medio, nos alejamos del centro.
Nuestros estómagos estaban gritando “comida” nuevamente, así que buscamos algún lugar donde poder almorzar.

Pese a la hora de la siesta  y el hecho de que era domingo, encontramos el único lugar abierto del lugar.
Frente a la plaza un simpático barcito ofrecía empanadas, tamales, tacos y fajitas.

Luego de un helado y refrescante vaso de soda, pedimos algunas empanadas de llama y otras de pollo, que resultaron en opiniones encontrados con respecto al sabor; a mi me gusto.
Ya revitalizados emprendimos una nueva caminata por el vacío lugar, al entrar a varios hostels, nos dimos cuenta que en ninguno de ellos había gente, cuando digo gente no hablo de huéspedes, hablo de gente.
Al alejarnos varias cuadras de la zona céntrica, descubrimos una hermosa casa de adobe con cartel de hostel.
Como era de esperarse tambien estaba vacía, abierta, pero vacía.
El peso de nuestras cosas comenzó a hacerse insoportable, con lo que decidimos dejarle los bolsos y una nota a los dueños del lugar que decía:

“somos Matías y Celeste, dejamos nuestras cosas porque nos gustaría quedarnos acá, les dejamos nuestro numero, gracias”.

Adorables gatitos del hostel.

Al abandonar el peso de nuestras cosas, nos adentramos en caminos desconocidos, luego de una larga caminata por un camino de ripio, encontramos una acequia que alimentaba el suministro de agua del pueblo, luego de una refrescadita y un breve descanso, alcance a ver a como una anciana y su perro atravesaban el hostil camino.

Al acercarnos a ella, su fiel perro, nos hizo una advertencia mostrándonos sus afiladas fauces, enseguida la señora le grito y el fiel animal volvió a su lado.
Luego de entablar conversación con la anciana y amable mujer llamada Victorina, nos contó que estaba paseando a sus cabras, ya que su marido estaba enfermo y no podía ciuadarlas.


Victorina.
La breve conversación con Victorina, dio como fruto un secreto camino que nos llevo a un punto alto difícil de alcanzar.
Estando en el nuevo camino, un mensaje de texto que decía “Ya llegamos, los esperamos con Mate”, Sol y Juan.
Al volver al hostel, fuimos interceptados no solo por la joven pareja, sino también por Joaquín, el pequeño hijo de ambos.




Al llegar al lugar, luego de uno reconfortantes mates y charla con nuestros nuevos anfitriones, decidimos descansar un nuestros cansados cuerpos en la acogedora habitación.








Al despertar, habíamos decidido que era un muy buen lugar para cocinar nuestra comida, ya que hacia mucho tiempo que no lo hacíamos, entonces salimos en búsqueda de los ingredientes para la cena.


Verdaderamente fue muuuyy difícil conseguirlos ingredientes, ya que estaban todos los almacenes cerrados, pero luego de una larga recorrida ya teníamos las cosas.
Al volver al hostel nos avisaron que todos los pasajeros del lugar comen juntos, la comida que Juan prepara, con lo que decidimos, reforzar los tallarines que Juan cocinaba, con un guiso lejendario para chuparse los dedos.
Dos chicas francesas Camila y Francia (como la llamaban ellos), Adrián, de San Antonio de Padua,  Antoine otro Francés que venia recorriendo el continente en una extraña bicicleta y Juan, Matías y yo, compartimos la mesa.
Todos comimos todo, hicimos sobremesa y nos fuimos a descansar para afrontar el día que vendría.



Cascada para cascarse.

En nuestro primer despertar, un rico desayuno con café con leche, pan casero, manteca y mermelada, nos dio tiempo a decidir el destino e la expedición del día, “Cascadas del Remate”, 8 Km. de caminata total, ruta de ripio hasta llegar al dique y luego seguir la acequia que nos llevaba hasta la entrada del Remate.



















Es la unión de dos cerros que aprietan la salida del agua de un rió, convirtiéndolo en cascada en el final.
Al entrar al corredor entre los dos cerros, la energía de Agua y piedra invadió mi alma, a los márgenes del pequeño rió minúsculas playas de arena conducen al final y el forman el escenario perfecto para el amor libre y natural.

Tomamos sol, nos refrescamos en el hidromasaje natural que formaba la cascada, almorzamos unos improvisados sándwiches de atún hechos por Matías.
Luego de algunas horas de soledad, llegaron dos Francesas y su perro a invadir nuestra cascada. Con toda naturalidad ellas y sus senos al viento, se comenzaron a broncear.
Antes de irnos del lugar, luego de muchas horas bajo el sol, nos dimos nuestra última

                                                                                                        bendición bajo la fuerza bruta del agua.
No podemos prometes volver a verlas, pero si, no olvidarlas jamás.







Exhaustos de tanto sol, emprendimos nuevamente la caminata que nos llevaría de vuelta al hostel, luego de seguir el camino de la acequia, otra vez en la ruta .










Luego de un rato de andar una  hermosa música comenzó a hacerse más y más presente en el lugar, como si viniera hacia nosotros.

Luego de unos instantes un antiguo colectivo Mercedes Benz, con un altoparlante al frente, pasa muy lentamente a nuestro lado con rumbo contrario a nuestra dirección.
La sorpresa fue tan grande que no alcanzamos a reaccionar, ya se había ido.
Tras media hora de caminata y silencio, la música se volvió a escuchar, esperamos varios minutos hasta verlos nuevamente, la velocidad del vehiculo y la quietud del lugar hacían imposible precisar la distancia del sonido.
Al verlo aparecer por la cerrada curva de tierra, decidimos hacerle dedo para poder develar el misterio.
El conductor nos invito a subir amablemente, sin preguntarnos nuestro destino, cosa que a nosotros, no nos importaba tampoco, solo queríamos montarnos en la genial maquina.




Si creíamos que era genial antes de subirnos, no había palabra para describir la surrealista imagen.
Una tienda de ropa móvil, largos percheros con coloridas prendas adornaban los laterales del interior del cuatrimotor, al fondo un coqueto probador para los potenciales compradores cerraban la imagen.
Elva y Lalin, son vendedores móviles desde hace ya mas de 20 anos, por los valles Calchaquíes, Salta y Chaco,  la llegada de la música a las casas anuncian su presencia.
Al costado del camino algunas mujeres movían sus manos en señal de Stop, saludos, preguntas, pedidos y  pagos, fueron el adorno del trayecto.






Al llegar al final del viaje, descubrimos que estábamos muy cerca de nuestra parada también, un saludo afectuoso dio como resultado, el final del viaje.








Al llegar al hostel, decidimos que esa noche, por ser la ultima, seria bueno salir a comer por ahí.
Luego de un baño caliente y un merecido descanso, nos dirigimos directamente a un comedor que habíamos visualizado al bajar del  micro boutique.
Un amable y alegre señor nos ofreció unas empanadas fritas, humita en chala y una helada Norte.
Luego de una ideal cena bajo las estrellas de Amaicha, volvimos al hostel a disfrutar de la cama.



Arruinados en Quilmes

Bien temprano por la mañana decidimos visitar, las “Ruinas de Quilmes”.
Luego de compartir un hermoso desayuno con Juan, Sol y Joaquín, ya con varias Tortillitas Tucumanas encima, arrancamos a nuestra próxima y ultima aventura en aquel hermoso lugar.
Dejando todas nuestras cosas preparadas para nuestra partida a la vuelta de la expedición,salimos con destino a las ruinas.














El camino a las ruinas es algo largo, si no se tiene vehiculo propio, la empresa Aconquija, te lleva a la entrada del camino, cuando digo entrada, no significa que te deja en las ruinas propiamente dicho, sino que te deja en un camino de tierra y ripio de 5 Km., sin sombra.
Con aproximadamente 32 grados comenzó nuestra caminata.
Al llegar a las ruinas estábamos muy cansados, pagamos una entrada de $5, que incluye el uso de los baños y la explicación del Guía.



Inmediatamente nos unimos a un grupo de personas que escuchaban atentamente la explicación.

“Desde tiempos inmemorables, esta ciudad fue el centro de desarrollo social y cultural del pueblo de Quilmes, en la arte, medicina, alimentación, astrología y sobre todo poseían una cosmovisión espitirual del mundo que nos rodea.
Luego de la invasión Española a este lugar, los Quilmes fueron llevados a Buenos Aires a pie, la peregrinación tenia como prisioneros a 2000 nativos, de los cuales solo llegaron 400,  algunos murieron de agotamiento, otros se auto extinguieron y otros perecieron  de extrañas y desconocidas enfermedades.
Al llegar a buenos Aires, se asentaron el una geografía extraña para ellos, ese lugar fue bautizado por los españoles, “Reducción de la exaltación de la cruz de los Quilmes” mas conocido hoy como “Quilmes”.
Morteros astrologicos .



Comenzamos nuestro paseo visualizando unos morteros con diferentes utilidades para moler cereales, semillas y especias.



Tambien se encontraron "morteros " astrologicos, estos huecos en la pidra estaban alineados especificamente para que cuando en la noche se los llenara de agua, refleje alguna constelacion en particular.






Terrazas de cultivo.



 Al ser un pueblo conquistado por los Incas, los quilmes, aprenden a sembrar en terrazas de cultivo, alimentadas por los sistemas de riego, aprovechando los recursos del lugar al máximo.






Luego de recorrer y visualizar el lugar, me tome unos minutos bajo un enorme cactus para apreciar el esplendor del lugar.


Luego de unos momentos de soledad absoluta un extraño ruido se hizo dueño del ambiente, al mirar a mi alrededor como un tornado negro, un enorme enjambre de abejorros negros venia hacia mi, con suma tranquilidad me quede en mi lugar, temiendo que si me movía los alocados insectos me asesinaran sin mas testigos que esas antiguas piedras. Para mi suerte me teoría surtió efecto, los zánganos salvajes se alejaron de mi sin mas.









Al reencontrarme con Matías, que había ido a explorar tal como es característico en el, las máximas alturas del lugar, fuimos a uno de los miradores desde donde los nativos vigilaban la llegada de posibles invasores. Las atalayas.







Cuenta la leyenda que la fortaleza era imbatible, el problema fue, que les cortaron el suministros del agua tapando las acequias que alimentaban la ciudad y de esa manera los hicieron bajar para luego, capturar algunos y exterminar a otros.













Al descender de las ruinas, nos tomamos unos momentos para refrescarnos y degustar una tortilla de Queso de cabra, que sabia como los dioses.




Siendo las 13 horas y con 35 grados, emprendimos la vuelta por el soleado camino de los 5km de tierra.
Al llegar a la ruta visualizamos como un espejismo, un cartel tallado a mano que decía, bebidas frías, artesanías Diaguitas.
Entrando a la gran edificación que el cartel indicaba, un nativo Diaguita, degustaba una helada Coca-cola, y una grande de muzarella al ritmo del reggaeton, cundo le preguntamos por las  bebidas nos dijo que no vendían nada, y como quien no quiere la cosa, nos indico un lugar donde si vendían bebidas, a un Km. de allí.
Dejamos atrás al poco amable, egoísta y descortés indígena, para pretejernos bajo unas ramas secas del calor abrasador del desierto.
Las opciones eran dos.
Esperar que pasara el micro nuevamente a las 3 de la tarde.
Hacer auto stop.

No demasiados vehículos pasaban por allí, la mayoría en dirección contraria.
Un automóvil en nuestra dirección ingreso al “ lugar de artesanías y bebidas frías” y salio rápidamente, al hacerle dedo se detienen , bajan la ventanilla que dejaba sentir el helado aire acondicionado, un señor mayor claramente indígena, me dice que si estábamos apurados, podíamos tomarnos un remise, en el lugar de artesanías.
Cuando la bronca y la indignación estaban invadiendo nuestros cuerpos y mentes, una camioneta F-100 se detiene a nuestro lado invitándonos a subir.
Tres hombres mayores José Manuel, José y Pedro recorrían el país realizando control de plagas. Orgullosos de sus tareas nos contaron del trabajo que hacen por la gente y lo importante que es.
El contraste de solidaridad  de estas personas, fue un mimo para el alma,  pudiendo dejar atrás aquellos incómodos sentimientos. Los amables hombres nos dejaron en la puerta del hostel (Que no les quedaba de paso en absoluto), dándonos tiempo para poder disfrutar de un momento de descanso antes de la partida.

Luego de despedirnos de la gente del lugar, aguardamos la llegada del micro que nos llevaría de nuevo a la ciudad de Tucumán para el reencuentro con nuestro auto, y la vuelta a casa.



Links de Interés.

Pacha Cuty Hostel.  http://amaichaviva.blogspot.com/ .
Empresa de Transportes Aconquija. (0381) 433-0273.

Para consultas y sugerencias escribinos a:

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