viernes, 5 de noviembre de 2010

Armacao de buzios.

Quiero compartir con ustedes, un viaje que hicimos con Mati, ya hace unos anos.
Luego de deliberar durante algún tiempo, decidimos irnos unos días a Brasil, teníamos ganas de explorar y ponernos aventureros, pero a la vez, queríamos también poder hacer un poco de relax, para lo que dividimos el viaje en dos partes.
La primer parte seria partir desde Buenos Aires con destino a Rió de Janeiro, ahí mismo hacer una combineta con una Van que nos lleve a Buzios y luego allí pasaríamos 6 días en una posada, para luego quedar libres por 7 días los cuales aun eran un misterio.

La noche anterior a salir a Brasil, mi sistema digestivo colapso por completo,  una noche de terror que incluyo Sertal inyectable, bolsa de agua caliente y sufrimiento ilimitado.



Por la mañana ya algo recompuesta me mentalice para el viaje que teníamos por delante.
El viaje en avión fue fantástico, me alucina el despegue, me provoca un shock de adrenalina muy intenso que me encanta.






Al llegar al aeropuerto de Rió de Janeiro enseguida notamos que el aroma había cambiado, había olor a Brasil en el aire, que hermosa sensación de libertad que me provocan los diferentes aromas de los lugares…simplemente genial.
Luego de hacer todos los tramites típicos de aeropuerto y recoger el equipaje, teníamos un ratito hasta que se hiciera el horario en que la Van nos recoja para llevarnos a Buzios, por lo que se hizo el momento perfecto para hacer una escala obligatoria en “La casa del pao de Queijo” ahhhhhhhhhh!!!!!!! Que rico, ya estábamos en Brasil disfrutando de ese incomparable sabor, tomando un zuco de laranja, que alegría infinita!!!!!!
Luego de embuchar algunos pancitos divisamos a lo lejos un hombre que sostenía un cartel con nuestros nombres.
Al  llegar a la traffic el chofer coloco el equipaje de todos los pasajeros en la primer fila de asientos y por orden de llegada fuimos ocupando los lugares restantes, los nuestros estaban en la parte trasera del vehiculo sobre un escalón por lo que no teníamos margen para nuestra altura y la ventana comenzaba a la altura del mentón.
Un hermoso paisaje de alfombra gris y el pavimento de la ruta, fue mi perspectiva durante el trayecto, al salir de la autopista, comenzamos a agazaparnos para poder conocer el lugar, luego de unas cuadras dentro de Buzios, un Argentino se saludo calidamente con el conductor, subió al vehiculo y comenzó a hablar sobre diferentes paseos y excursiones que podría vendernos acaparando la atencion de todos!
Quiero aclarar y contarles para poder tener la complicidad de ustedes que soy fóbica a las excursiones y a las movidas turísticas, siempre tengo la sensación y mas tarde la certeza de que me van a estafar, siempre me resulta mucho mas interesante conocer los lugares como una persona mas del monton, no como una vieja Inglesa con una capelina blanca y la remera del lugar, me asfixia el pensamento!
Dicho esto entenderán que las miradas cómplices con Mati eran fulminantes.
Al llegar a nuestra posada el vendedor de tours nos dio un colorido tríptico con diferentes opciones y un teléfono de contacto, mientras el chofer descargaba nuestro equipaje y nosotros enderezabamos nuestros cuellos!!
Habíamos llegado, Posada Le Palmier, ubicada en Ferradura, que hasta el momento no entendíamos exactamente que significada eso.





El lugar era verdaderamente hermoso, una recepción con onda zen, varias imágenes de Buda, una pequeña pagoda para meditar frente a un gran estanque con peces, un desayunador con vista  la piscina, una sala de juegos y TV y un complejo de varias habitaciones con un pequeño porche individual, con hamacas paraguayas en el frente.






Luego de acomodarnos refrescarnos y caer en que ya estábamos allí, salimos de la pousada para hacer un reconocimiento de la zona.
Siguiendo la directivas de conserje de le palmier, caminamos con rumbo al centro, para procurar algo de cenar.
Realmente había sido un día muy largo y cansador y la noche anterior no habiamos descansado bien por mis episodios digestivos.



Luego de caminar unas 7 cuadras, llegamos a Rua das Pedras (Calle de las Piedras), la calle céntrica y principal de Buzios,  tiene unos 600 mts, esta construida integramente de adoquines, esta, costea el malecón, es la que tiene los Restaurantes, las tiendas de moda y donde pasa todo.







Matías, además de ser  realizador audiovisual, también es guardavidas, pescador de ley, un hombre de mar, entonces  por supuesto que la primera premisa era mojar los pies en el agua.

Luego de tachar el primer ítem en la lista disfrutamos de ver a los cocineros de los restaurantes fumando un tabaco en el largo muelle, gente bailando, música en vivo y mas.
Haciendo una pequeña recorrida por la Rua, divisamos una serie de restaurantes de categoría, muchísimos puestos, pubs, etc.
Tras una breve caminata, nos decidimos por Restaurante al peso, era lo mais rápido!
No recuerdo que comió Mati, pero yo comí un frango a la plancha arroz blanco y farofa.
Al llegar al hotel, nos desplomamos en la cama y nos dormimos abrazados con la ilusión de un desayuno tropical.





Por la mañana nos tiramos algo de ropa encima y volamos a desayunar.

Abacaxi, banana, coco, frutillas, jugos, quesos, fiambres, panes de todo tipo, mermeladas, yogurt, cereales, ahhhh, que placer, Cafe da manha!!

Buzios es una península con costas irregulares y morros que formas más de 20 playas, todas ellas con diferentes encantos. De un lado de la ciudad ofrece playas tranquilas de aguas calidas, con diminutas islas frente a la  costa que detienen un poco el oleaje y dan una sensación de laguna, mientras que del otro lado, las playas son de aguas mas bravas, con corrientes frías que dan el escenario perfecto para la practica de deportes acuáticos.


El divisar un mapa, nos dimos cuenta que nuestra ubicación era exactamente en el medio de la península, lo cual nos pareció un punto neutral para poder recorrer todo sin pasar dos veces por el mismo lugar.





Primera playa, Ferradura.


Caminamos algunas cuadras en dirección contraria la centro, mientras caminábamos, fuimos mirando diferentes hoteles y posadas y la estética del lugar nos parecía sumamente encantadora y particular, al llegar a la playa descubrimos el porque del  nombre de la playa, este  hace referencia al formato de herradura que le da la costa.

Rodeada por morros y exuberantes casas, la playa de aguas mansas fue nuestra primera parada diurna.
Tras un momento de relax, llegamos a la conclusión que a causa del clima, ese no era el mejor momento de hacer playa, por lo que continuamos nuestra recorrida pedestre, durante la caminata vimos que la marea de la noche anterior había traído muchas algas a la costa.


Al final de la herradura una serie de barcitos playeros ofrecían cerveza, lulas dore, zucos y variedad de peixes, decidimos hacer caso omiso a los paradores y divisar otra playa.
Para pasar de una playa a la otra, no es posible hacerlo desde la costa, ya que los morros hacen de frontera, por lo que hay que  adentrarse para pasar el morro a la siguiente playa.
Bob Patinio.

Durante la expedición encontramos como escondido un lago artificial donde paramos a alimentar a los patos.






















Subidas largas y bajadas empinadas eran el camino a recorrer; de no haber encontrado esa hermosa playa de piedras, no hubiera merecido la pena tamaña hazaña.
Un enorme risco de afiladas rocas dejaban ver la inmensidad del mar y daban lugar a los pensamientos;
Olho de Boi, (Ojo de Buey).



Adentarndonos en los caminos un cartel de mirador nos llamo la atencion y decidimos seguirlo, despues de una larga subida llegamos a una impactante vista de la bahia.













Al comenzar a caer la tarde, nos dimos cuenta que no habiamos almorzado y ya estábamos teniendo algo de hambre.
Habiendo pasado por varias playas una nos llamo la atención.
Fornos una apacible playa con un solo parador, esta ubicada entre dos morros que la reparan del viento.
La calidez del agua obligo a Mati a hacerse un chapuzón.
Después de la refrescadita un exquisito y reparador plato de Lulas Dore (Rabas) con mucho limón y unos licuaditos de abaxi y maracuyá, ya estábamos listos para volver a la posada.



Decidimos llegar al centro, atravesando las playas de un lugar a otro.


Las ganas de ver la puesta de sol nos hicieron apurar el paso.
Bastante transpirados llegamos a la primer playa de Orla Bardot, Dos Ossos, para ver el imponente ocaso del día.


Playa Dos Ossos.




Al llegar a la posada, exhaustos por la larga jornada, nos empollamos en la hamaca paraguaya frente a la habitación.
Como ya habrán notado que soy una persona muy previsora, les cuento que tenia dentro de mi preciado equipaje algunas botellitas de Fernet que había traído de Buenos Aires que con una Coca bien Gelata hacían del momento, la perfección.

Por la noche, decidimos salir en busca de algunos petiscos locales, ellos llaman asi a los Snacks, como por ejemplo, espetinhos, coxinhas, acaraxe, pao de queijo, etc.

Las propuestas gastronomicas de Buzios son infinitas, comida de todas las nacionalidades, gelaterias, cafés, puestos de comida, en fin mil opciones, pero nosotros estábamos buscando algo mas local, por lo cual recordamos que al atardecer habíamos visto cerca de Ossos unos puestos de comida en el que gente de la clase trabajadora local, estaba comiendo.
Al llegar al lugar, el noticiero a todo volumen y los precios en la carta, nos corroboraron que este, no era lugar para turistas.
Un gigantesco zuco de morango y abaxi acompañado de Coxinha de galinha de magnifico sabor, por supuesto que Matías lo acompaño por una Itapaba (Cerveza local) bien Gelata.
Al salir del lugar, caminamos por la rambla hasta la estatua de Brigitte Bardot, la cual nos llamo poderosamente la atención.













Después de hacer mil pavadas con la gélida Francesa, divisamos un Pubcito, ideal para emborracharnos y volver a la posada…


En el ano 1964, Bardot llego a Buzios de vacaciones con su acaudalado novio carioca, los lugareños se maravillaron tanto con su visita que le construyeron esta estatua en su honor. Desde aquel momento este, se convirtió uno de los destinos turísticos mas afamados de Brasil.






El mañana siguiente nos sorprendió con un sol deslumbrante.
Desayunamos todo lo que pudimos y dejamos la posada para dirigirnos a Geriba.
Esta vez elegimos en sendero mas urbano, caminamos a través de la avenida principal que atraviesa la ciudad, de cabo a rabo, caminamos por aproximadamente una hora, nos adentramos en barrios y seguimos caminando….



Cuando ya comenzábamos a impacientarnos divisamos a un dúo de surfistas locales y decidimos seguirlos.
A lo lejos un fino camino de arena, le daba paso a la gran playa.






Geriba es una extensa y bien concurrida playa, varios bares y posadas acompañan la extensión de arena. Por ser tan turística el transito de vendedores ambulantes es constante y sonante.




El color azul del agua hacia contraste con la blanca arena, el oleaje era grande pero parejo, ideal para una surf session!

Con Mati surfeando decidí hacer un merecido siestin el la tibia arena…


Nadamos, comimos, charlamos, descansamos....disfrutamos.
Quiero aclarar que al ser un de los destinos mas concurridos, no es uno de los mas baratos, ahi todo cuesta un poquito mais.



                                                                            Al despedirnos de Geriba un cangrejo blanco se cruzo en nuestro camino.


Ya era tarde pero aun el sol no había caído, por lo nos pareció una buena idea ir a ver el atardecer a otra playa. La elegida...Ferradurinha.

El camino a Ferradurinha, no era nada fácil, subidas que te quitaban el aire, pero con vistas impactantes, notamos que eran casa de gente local, pero acaudalados, mansiones parquizadas a la perfección, construcciones imponentes pero que no arruinaban el equilibrio y la armonía del lugar, bellísimo.



Luego de pedir algunas directivas, atravesamos un angosto caminito que desde lo alto del morro dejaba oir el sonido del agua golpeando las rocas.






 Antes de sentarnos a observar la tarde caer, exploramos un poco la vista desde arriba de una gran roca que delimitaba la playa.



Por supuesto que como Dios manda, nos pedimos en un barcito del lugar un plato de Lulas Dore, con una cerveza mega helada.
Esas, fueron las mejores rabas que comí en mi vida, tiernas crocantes con gusto a mar…inolvidables y el lugar, también.



Por la noche luego  de un descanso necesario y el ritual fernetiano de cada noche, nos empilchamos y nos fuimos para el centro a cenar.

 La elección no fue nada difícil, un local de espetinhos de todo tipo fue el ganador.

El lugar era un pequeño parador en una calle adyacente a Rua das Pedras.

El menú era simple, pero efectivo. Una heladera exhibidora mostraba todo tipo de brochetes (espetinhos) como ellos lo llaman; de choclo, de carne vacuna, de corazón de pollo, vegetarianos de salchicha, todo hecho a las brasas y a la vista del comensal.




Dejando varios palitos vacíos sobre la mesa, decidimos ir en búsqueda de una buena Caipirinha.












Luego de caminar un largo rato, vimos muchísimos lugares donde ir, pero aun no encontrábamos el indicado.
Todos los  sitios eran muy tentadores y hermosos, pero les faltaba alma, mesas llenas de Gringos gritando HEY- HEY - HEY!! para ver quien tomaba mas cerveza....no digo nada mas.

De pronto en el fondo de una galería, una música de samba nos llamo a su interior.
Si! perfecto, un lugar escondidito que guardaba una gran sorpresa, un trio de música en vivo y un barman de lujo, que mas se puede pedir.




Luego de sambar al ritmo de la música, varias caipiras y algunas cervezas, volvimos a la posada alcoholizados y enamorados.








Por la mañana siguiente el destino playero era Tartaruga, (Tortuga).
El camino a seguir era el mismo que hacia Geriba, pero en la mitad se desviaba.
Con el sol ardiendo arriba, comenzamos la caminata, luego de atravesar la ciudad nos desviamos por un camino de tierra y arena que desembocaba en en una callecita que bordeaba la costa.
Había otras playas alrededor además Tartaruga, pero por suerte se podía acceder a todas ellas desde la misma costa.


Al llegar al destino, vimos algo completamente diferente, una playa de arena mas oscura, agua verde esmeralda transparente, mar planchado sin olas y muy poca gente.





La playa se dividía en dos partes, aunque todas están integradas, la primera era la que desembocaba el hotel Tartaruga, el cual parecía muy lindo y caro, vi muchas capelinas y blancuzcos en las reposeras, y al finalizar esa parte, infinidad de sombrillas mesas y sillas que pertenecían a los paradores que ofrecen variedad de peixes, frituras de mar, zucos, licuandos y por supuesto, la bien ponderada y querida Cerveza.
Lo primero que quicimos hacer, fue nadar y explorar el mar.
Realmente me averguenza repetirlo, pero la falsa modestia es peor. Si, había llevado equipos de snorkel para Mati y para mi y no teníamos que alquilarlos, ya que eran nuestros… disculpen la eficiencia!
Luego de sumergirnos por un largo tiempo, yo tuve que salir raudamente del agua, ya que un enjambre de pulgas acuáticas me ataco y me pico por doquier.
El agua salada era veneno para las picaduras, por lo que calme mi picazón con agua mineral de la botella.
Desde mi lugar, mientras me asoleaba, una pareja de una exuberante mulata y un viejo millonario, se emborrachaban con champagne al rayo del sol, a pesar de la contrastante imagen, me resultaba simpática la pareja ya que parecia que se estaban divirtiendo verdaderamente!


Tartaruga.

Cuando Matias volvió extasiado de la experiencia subacuatica, decidimos ir a buscar algun lugar donde sentarnos para beber algo frió.
Ese dato que daré ahora es muy importante.
Los paradores en Brasil, no cobran, las sillas, como en las playas Argentinas, si no queres consumir, podes no hacerlo y utilizar la sombrilla y la sillas y la mesa e igual te miraran con alegría.
Los precios de la comida y la bebida, son muy económicos, no da para llevar NADA a la playa, la oferta de comida de los vendedores ambulantes es constante y sumamente tentadora, si queres comprar algo de la venta ambulante y seguir sentado en el parador, podes hacerlo sin ningún problema.
Luego de buscar una mesa en el parador mas alejado el preto mesero del lugar, nos trajo la carta y abrió la sombrilla para nosotros.



Mi clásico zuco, esta vez de abacaxi y coco, una pina colada sin alcohol, y para Mati, una Itapaba gelata.


Mati como loco!

Luego de apagar nuestra sed,  dedicamos nuestros dorados cuerpos al sol, para relajarnos aun mas en esa hermosa playa.
Mas tarde la afluencia de venta de comida, se hizo mas fluida, un hombre con una lata llamo mi atención.
Cuando mire lo tenia, me di cuenta porque están tan felices todo el tiempo.





Aunque no tengan nada, siempre se las ingenian con algo, el hombre tenia: Una lata de galletitas antiguas a la cual le habia calado una ventana y en la mitad de la lata había puesto una mini parrillita, allí tenia unos carboncitos y ofrecía espetinho de queijo quente.
Bueno, no les puedo explicar lo es eso, el tipo saca un palito de queso tipo mozarella de barra cortada en una barrita grande insertada en un espeto, (un palo de brochote de madera bien grueso) y la coloca sobre las brasitas girándola, dorando el queso y te lo entrega para que lo comas rápidamente antes de que se derrita.
Como siempre digo, la genialidad, esta en las pequeñas cosas!






Al atardecer, una serie de pequeños barcos y veleros inundaron la bahía, haciendo del horizonte un cuadro inolvidable.











Por la noche, deliberamos acerca de algunos puntos de interés que no podíamos dejar de visitar, Arrabal do Cabo frió, era uno de ellos, pero hacer un Tour, era algo impensado para nosotros, por lo que decidimos ir en Bus hasta La ciudad y ver que nos deparaba el destino.

La cena de esa noche fue en un restaurante de comida Italiana en Rua das pedras.
Un regio plato de panzzotis de recula y queso de cabra, con manteca salvia y una excesiva lluvia de Parmesano de primera calidad y Mati unos Tallarines Bolognesa, muy buenos también.
Para cerrar la noche, nos despachamos con un helado nada memorable, pero que cumplía la función.


Arraial do cabo.


El café da manha, fue el comienzo del  calurosísimo día que recién comenzaba.
Con las mochilas preparadas con snorkel, patas, cámara y toalla, le dijimos adiós a Buzios por un rato y partimos rumbo a Cabo Frió.
Un viaje en de dos horas en  bus, dieron comienzo a la expedición.
Al llegar a Cabo frió, notamos que era una gran ciudad, una especie de Mar del Plata Carioca, playas de arena finísima color marfil, aguas turquesas transparentes y un puerto bastante importante.
La playa principal del lugar es Prai do forte, no puede asegurar que sea la mas bella, ya que no recorrimos las playas de la ciudad; probablemente haya playas mucho mas hermosas y con menos gente ya que era un lugar muy grande y con mucho por descubrir.






La decisión era, por tierra o por mar, la balanza se inclino por el agua.
Buscamos algún barco que nos lleve a visitar algunas islas, ya que hay muchas.
Son islas desiertas completamente paradisíacas con una belleza que cuesta ver inclusive en el Caribe.
Nuestra decisión fue completamente acertada, ahorramos muchísimo dinero haciendo la combinación.



Nos subirnos al barco, y una Argentina con cámara de fotos, vendía el servicio de un dvd compaginado con las imágenes del Tour por las islas, por unos pocos reales. La verdad que lo compramos ya que de ultima, no nos podía arruinar nada.
(Al verlo mas tarde notamos que eran 100 fotos viejas y una o dos nuestras).



Comenzamos el paseo con el mar bastante picado, visitamos la gruta de la virgen, algunas piedras con extrañas y curiosas formas en mar abierto y nos dirigimos a la primera de las islas.
















La embarcación anclo a unos 50 metros de la isla y ofrecía llevar a los tripulantes en bote hasta la costa.
Con nuestros equipetes de snorkel, nos arrojamos a las profundidades para llegar a nado.


Al llegar a la costa de las vírgenes playas, descubrimos unas inmensas dunas de blanca arena que permitían caminar descalzo sin quemar los pies (el color blanco repele los rayos del sol)
La transparencia del agua permitía descubrir diferentes especies marinas en los bancos de coral.
Al volver al barco un festín de frutas frescas, nos estaba esperando y con el un enjambre de abejas que nos acompaño durante toda la jornada.
El paseo incluía la bebidas y las frutas, lo cual era completamente necesario para apagar la ser e hidratar la piel ya que el calor y el sol era muy intensos.
En la proa del barco, bien alejados de las frutas y las abejas, disfrutamos del poder del viento que nos daba en la cara.
Al llegar a la siguiente y ultima isla, repetimos la operación, descansamos en la arena, exploramos el fondo del mar, hicimos surfing con nuestros cuerpos, nos reímos, la pasamos genial.
Al regresar al barco coincidimos en que la frutas ya no satisfacían nuestro apetito y descubrimos un aroma a carne asada que provenía del interior barco, pusieron a la venta unos espetinhos de pollo y lomo a 3 reales, un chiste, comimos miles y el barco nos regreso al puerto.
Luego de observar superficialmente la ciudad y jugar un rato en la playa, se hizo la hora de tomar el bus para regresar a Buzios.


Con nostalgia dejamos el paraíso a nuestra espalda y partimos hacia la posada.  

Desde que llegamos a Buzios, habíamos visto como una plaga miles de Boogies por las calles, los boogies son unos pequeños jeeps que lo alquilan por todos lados para poder recorrer todo el lugar en poco tiempo, lo cierto es que si tenes piernas, no hay nada mejor como recorrer el lugar a pie, ya que te permite ver cosas que de otra manera, pasarían desapercibidas.

De regreso a la posada discutimos la idea de alquilar un boggie, la verdad es que Matías se moría de ganas de manejar uno, eran realmente muy simpáticos, pero algo en mi interior me decía que no lo hicieramos, habiendo puesto sobre la mesa mis explicaciones le dije a Mati que si el quería, ledieramos curso. No habíamos ido hasta allí para quedarnos con las ganas de algo.
Muy a mi pesar, pero aprobando la situación, alquilamos un boggie, nos montamos en el, e hicimos unas cuadras hasta la posada, descansamos minimamente y nos bañamos, vestimos y nos dispusimos a hacer una recorrida nocturna de tapas por el lugar, cosa que a pie, no habíamos hecho.


Al abandonar la posada, salimos hacia la playa opuesta al centro, ferradurinha, donde habíamos divisado unos lindos barcitos.
Quiero contar que al sentarme en el boggie con mi bello vestido, me moje todo el trasero dado que los asientos estaban mojados, así que ya me había puesto un poco de mal humor, pero estaba intentando disimularlo.
Al llegar al lugar, todos los paradores estaban cerrados, se ve que esa zona solo trabaja durante el día, con la gente de la playa.
Entonces decidimos ir hasta Joao Fernández, que es una zona mas Chic, a la cual aun no habíamos ido.
Para ir para l lugar elegido, debíamos pasar nuevamente por la puerta de la posada, ya que esa misma calle llevaba y traía el transito de un lugar para el otro.
El camino de ida, era en bajada, mientras que el de vuelta, por supuesto y como indica la física, era es subida.
Al  terminar de subir el camino, el boggie comenzó a toser y una fuerte explosión, lo dejo fuera de combate, justo en la puerta de la posada.
Con Matías al volante envuelto en una bola de insultos, comencé a pensar que, mi profecía turística, siempre se cumple.
Gracias a Dios o a quien sea, una muchacha, nos pregunto en portugués si necesitábamos ayuda, enseguida noto que éramos Argentinos y como ella también lo era el dialogo fue mas fácil.
En un santiamén llamo a la compañía que rentaba los boggie y en 15 minutos, apareció con un automóvil el hombre que nos lo había alquilado.
Deje que Matías manejara la situación para no hacer problemas.
El hombre nos llevo hasta el centro y nos cambio el boggie, por uno más moderno, ante la insistencia de Mati.
Nuevamente montados en el boggie, decidimos hacer una parada en un bar para bajar un poco la ansiedad, tranquilizarnos y así poder comenzar de cero y disfrutar la velada.
Quiero aclarar que este nuevo boggie, estaba bastante bien de carrocería, pero durante las 8 cuadras que lo manejamos hizo unas pequeñas explosiones, muy pequeñas.

Encontramos un pequeño bar en el centro donde conversamos sobre la experiencia, trate de tranquilizarme y no transmitir la bronca y la tensión que sentía, me relaje con alguna caipirinha, conversamos, nos reímos, charlamos.
Luego de algún tiempo, decidimos que ya era hora de ir por la cena, así que regresamos a donde habíamos aparcado el vehiculo.
Al montarnos en el, otra vez con mi trasero mojado, una fuerte explosión, nos tomo por sorpresa. Por supuesto que había sido provocada por el boggie, el cual había una vez más, tirado la toalla.
Como conozco a Mati, y se que es como Homero Simpson en ”Papa enojado”, trate de no emitir sonido, mi provisional silencio fue inútil, Matías montado en cólera, le pego una pina al boggie rompiendo algunos inútiles relojes del tablero y lastimando sus nudillos.
Ya era hora de intervenir, Trate de poner mi cara mas autoritaria y tomar carta en el asunto, buscaríamos un teléfono y llamaríamos tipo para que nos devuelva el dinero.
Nos acercamos a un bar, que tenia una barra abierta que daba a la calle, le pedimos el teléfono y le explicamos la situación, los dos bartenders se rieron en una voz muy gruesa y dijeron negando con la cabeza, Boggie no, boggie no!
Llamamos  a la agencia y nadie contestaba, llamamos de nuevo, de nuevo y de nuevo.
Le dije a Mati que lo mejor que podríamos hacer era, ir a cenar y dejar el boggie ahí, intentar llamar desde el hotel y sino ir por la mañana a buscarlo a la agencia.
Luego de una Picanha con papas fritas, salada y farofa, regresamos a la posada.

Una caminata lenta nos llevo de nuevo a la posada; el conserje trato de comunicarnos a los varios teléfonos que teníamos de este individuo sin éxito, finalmente luego de 30 minutos de intentarlo atendió.
Cual coreano en supermercado el Brasilero hablo con nosotros en perfecto Español, mientras rentábamos el boggie, ahora parece que el inconveniente le había hecho olvidar el idioma.
Mientras Mati hablaba con el tipo, yo escuchaba a través del teléfono que decía que mañana nos lo cambiaba a la mañana, no podía devolvernos el dinero, en portugués decía que no entendía.
Tome el teléfono y le dije entre lunfardo e insultos de altura, que sabia que entendía perfectamente lo que le estaba diciendo, y como el no había cumplido con lo pactado, mañana no tenia que devolver el dinero, - No te lo estoy preguntando, te lo estoy diciendo!

A la mañana siguiente, luego de un breve desayuno, caminamos hasta la agencia.
Un hombre rubio sentado en la puerta no atendió, le preguntamos por el tipo y dijo que no trabajaba mas ahí.
Una discusión entre Matías y el hombre comenzó a subir de tono, por lo que pensé, que seria mejor arreglar as cosas yo ya que siendo una mujer el tipo no se podría violentar conmigo y tendría que ceder ante mi reclamo.
Al momento yo ya había elaborado una estrategia.
El hombre atendió en apariencia mi reclamo y llamo a un tercer hombre por teléfono para que nos traiga el dinero.
En 5 minutos un negro gigante, aprecio en un auto convertible hermoso, me pide las llaves del boggie para revisar el problema y cambiárnoslo o arreglarlo si es que se podía.
Con mi estrategia elaborada el explique amablemente al hombre que, no le diría ni la ubicación del boggie, ni le devolvería la llave, hasta tener mi dinero en la mano, no quiero perder mas tiempo, por lo que el hombre quiso intimidarme acercándose a mi y eso hizo que levante mi tono de vos, explicándole lo anterior nuevamente e inclusive que llamaría a la policía para acusarlos de estafadores, no me haga perder mas mi tiempo y o pierda el suyo.
El morocho montado en cólera se acerco aun mas a mi y me digo con una voz grave y fuerte, - Si vose es  grossa conmigo yo soy grosso con vose!
A lo que intervino Matias diciendo- NO, NO, GROSO NO!
Luego de pactar con el hombre, trocamos llaves por dinero y continuamos con nuestra estadía.




Ya relajados y con una anécdota en la mochila, salimos con rumbo a las playas de Azeda y Asedinha. Estas están ubicadas en la continuación de Ossos.
Para acceder a ellas hay que escalar un pequeño camino en el morro.
Al llegar a la playa todas las tensiones de la mañana se derritieron al calor del sol, y los remanentes de bronca se levaron con el agua del mar.

Luego de pasar unas horas en Azeda, la curiosidad nos llevo a visitar Azedinha.
Un angosto y alto camino al vacío, nos desemboco en la hermosa y pequeñita playa.
Allí el día comenzó a nublarse y hasta hubo algunas lluvias intermitentes, igualmente, nada impediría que sigamos disfrutando de aquel día.




Azedinha tiene un acceso algo complicado, por lo que no hay ningún puesto de comida o parador, solo dos o tres casas de familia de gente de la zona.

Luego de un rato una señora que vendía Sándwich naturail, paso a nuestro lado. Dos riquísimos sándwich de pan blanco zanahoria rallada, pollo, queso, lechuga, mayonesa y papas pay, fueron nuestro almuerzo.






Por la tarde el sol ya estaba brillando nuevamente en el cielo carioca.
Por lo que decidimos ir a Joao Fernández, una de las playas más chic de Buzios.
Luego de una larga caminata cuesta arriba, un barrio con una estética diferente comenzó a hacerse notoria a nuestro alrededor.
Grandes hoteles con pileta, grandes restaurantes, venta callejera de ropa en unos muy bien armados puestos, precios diferentes y mucha gente eran daban forma al entorno.

Para ingresar a la playa, había que hacerlo pasando por cualquiera de los grandes bares que estaban en la entrada.








A diferencia de las demás playas estas estaban invadidas por el turismo europeo, debo decir que el lugar era de una belleza absoluta, pero para mi gusto, carecía de alma.
Luego de una zambullida y un rato de snorkeling, divisamos varios taxis marinos y pensamos que no habría mejor manera de terminar la tarde, yendo a ver como el sol se escondía, en la inigualable Azedinha.

Por unos pocos reales el taxista marino, nos llevo como corriendo la bajada de sol hasta el destino indicado, rápidamente nos acomodaos en unas altas rocas y vimos cual cine, como el cielo mostraba un sinfín de colores, la gente que allí vivía, festejaba la soledad, bailando al ritmo de la Samba y el Pagode.
















Aprovechamos ese momento para tomar algunas imágenes, reflexionar sobre el día y respirar esa gran energía que nos regalaba el final  del la esta larga jornada.









Links de interes.

www.pousadalepalmier.com.br
www.ceciliatours.com.ar (Buena gente).



2 comentarios:

  1. ¡Bonitas imágenes y crónica! Saludos, Viajes.net

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  2. La verdad que es muy lindo el viaje tambien da para hacerlo en auto, muy buena la modalidad de relajarse al principio y el resto un misterio jaja y aparte buzios es hermoso las playas que tiene y la calidez de la gente aparte se pueden conseguir hoteles en buzios que son lindos y muy comodos por muy buenos precios

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